El día en que partió Chet Baker, un ángel triste del jazz

Chesney Henry Baker Jr. nació en Yale, Oklahoma, el 23 de diciembre de 1929. Es reconocido como uno de los artistas del jazz más representativos de la historia. Apodado como el James Dean del jazz por su buen porte, Chet Baker fue un talento innato. Su aventura terminó el 13 de mayo de 1988, a los 58 años. Baker cayó semi inconsciente bajo los efectos de las drogas por la ventana de un hotel, en Ámsterdam. 

Trompetista y cantante, el músico estadounidense inició sus interpretaciones de manera autodidacta. Sus melodías nostálgicas derivadas del estilo West Coast de los años '50, hicieron que la crítica lo ubicara en el olimpo de la música improvisada junto a Gerry Mulligan, Charlie Parker y Miles Davis. Su elegancia e intimidad interpretativa lo llevaron de inmediato a tocar con las agrupaciones de Mulligan y Parker. En 1953 el productor musical Dick Bock lo escuchó cantando en un club nocturno y le propuso grabar un disco con su voz. Baker aceptó y el experimento fue un éxito. A partir de ese momento, Baker empezó a cantar en sus discos, con una voz nostálgica e inconfundible que le abrió nuevos públicos en Europa y Estados Unidos. 

También conocido como El Elvis blanco del jazz, vivió sus años de gloria y reconocimiento agobiado por la heroína. En los años ´60 vivió en Europa, alternando giras en Francia, Alemania, Holanda y España. 

Fue Dizzy Gillespie, su colega y amigo, que logró ayudarlo a controlar su adicción, con dosis de metadona. En 1973, cuando parecía que su carrera había terminado, Baker regresó a los escenarios. La primera actuación la realizó en un club nocturno de Nueva York y la otra durante un concierto de Gerry Mulligan en el Carnegie Hall, en 1974. Considerado un nómada del jazz y de la vida, pasó el resto de su vida viajando, tocando y enfrentando sus fantasmas de adicciones y maltrato a las mujeres con las que salía. Será recordado por la nostalgia en cada una de sus notas, en sintonía con su propia vida.