Elecciones en Brasil: el futuro del Mercosur y la relación con Argentina

El balotaje presidencial de Brasil enfrenta a Jair Bolsonaro y Lula Da Silva este domingo para decidir quién continuará frente al gobierno en el país vecino. Que se juega con respecto a las alianzas regionales y cómo podrían afectar las distintas gestiones a la Argentina.

El 30 de octubre Brasil definirá en elecciones a su próximo presidente mediante balotaje. En la primera vuelta, el dos veces primer mandatario Luiz Inácio Lula Da Silva resultó ser el favorito para suceder a Jair Bolsonaro con el 48,4% de los votos.

Aunque no recibió el apoyo suficiente como para ser electo en primera instancia, en esta última etapa de campaña la polarización se profundizó en las narrativas de ambos candidatos. Esto se vio reflejado no sólo en el encendido clima de violencia social sino también en los proyectos de país que propone cada candidato, sus vinculaciones bilaterales con otros países y la búsqueda de alianzas internacionales estratégicas. 

Brasil y latinoamérica

Desde que inició este periodo presidencial en 2018, y con mayor intensidad durante esta campaña electoral, los candidatos principales han manifestado posiciones muy diferentes respecto al rol de Brasil en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).

El contraste entre las dos propuestas también se expresa en la valoración de la relación bilateral con Argentina. Por su extensión territorial y capacidad productiva, ambas naciones son indispensables para la agenda y el rumbo del tratado de comercio regional.

En consecuencia, el grado de coordinación en política económica exterior entre Brasil y Argentina afecta a la economía de toda Latinoamérica, y más a los países que integran el Mercosur (Paraguay, Uruguay y Venezuela, en suspenso desde 2016).

Contexto de flexibilización del Mercosur

A meses de su llegada a la Presidencia de Uruguay en 2020, Luis Lacalle Pou fue designado presidente pro tempore del Mercosur. Desde esa posición, el mandatario se manifestó a favor de abandonar medidas proteccionistas dentro del bloque y virar hacia una apertura comercial con países de otros continentes.

En particular, destacó que se comprometería con la firma del tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, iniciado en 1999 y reimpulsado en 2016 pero pendiente de aprobación.

La posición en política de comercio exterior del presidente uruguayo se alineó uno de los ejes de la agenda asumida anteriormente por Bolsonaro, que se resume en tres:

  • Reforma institucional del Mercosur, con reducción de instancias relacionadas a coordinación de políticas sociales y de derechos humanos.
  • Reducción del Arancel Externo Común (AEC), un impuesto de aduana acordado sobre productos importados que busca incentivar el comercio dentro del bloque.
  • Abrir el Mercosur a negociaciones individuales externas con países fuera de la región.

Durante la última cumbre de presidentes del Mercosur, celebrada en julio de 2022, los países acordaron reducir en un 10% la alícuota del AEC. Ese instrumento fiscal se implementó, en concreto, para que sea menos costoso comprar mercancía a países vecinos que a otros por fuera del tratado.

El actual presidente brasileño, quien no asistió a esa cumbre de mandatarios, ya había impulsado una reducción de ese arancel para Brasil con el objetivo de priorizar importaciones por fuera del Mercosur.

La iniciativa de Bolsonaro era bajarlo en un 50%. Finalmente, y luego de la intervención diplomática de Argentina, la reducción cerró en 10% en mayo de 2022, incluyendo 6.000 categorías de productos de importación.

En coincidencia con esa medida unilateral y no consensuada en el tratado, Lacalle Pou anunció en la cumbre que iniciaría un tratado de libre comercio con China. La decisión fue cuestionada por Alberto Fernández, quien llamó a tomar decisiones sobre reformas en conjunto.

Latinoamérica ante una victoria de Lula

Desde que recuperó sus derechos políticos y lanzó su candidatura, Lula Da Silva dio definiciones respecto de la política exterior que adoptaría en un eventual tercer mandato presidencial.

En primer lugar, destacó el escenario regional conformado por las victorias de Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile y Pedro Castillo en Perú.

"Si vuelvo a ser presidente volveré con más voluntad para trabajar en la integración de América del Sur porque ya conozco dónde erramos, dónde fallamos, lo que dejamos de hacer, pero el pueblo dio una demostración extraordinaria eligiendo a los que eligieron. ¡Quién se imaginaba que un presidente de izquierda ganaría en Colombia!", aseveró durante una conferencia de prensa en San Pablo, a poco más de un mes de las elecciones.

Respecto del Mercosur, el líder del Partido de los Trabajadores (PT), enmarcó su posición en dos ejes. Por un lado, el proyecto de libre comercio con la UE, todavía pendiente de aprobación en la Comisión Europea; por otro, la creación de una moneda sudamericana.

Lula aseguró estar a favor de firmar un tratado comercial Mercosur-UE y negociar con otros bloques regionales, pero siempre y cuando se contemple "la reindustrialización de Brasil y Argentina".

También se refirió al rechazo de las condiciones del acuerdo por parte del Parlamento Europeo, derivado en parte de la preocupación ante la política ambiental brasileña y su incidencia en la devastación de la Amazonía.

En esa línea, el candidato opositor propuso iniciar "un trabajo conjunto por la preservación de la selva" con Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú. Prometió, además, crear el Ministerio de los Pueblos Originarios y tomar acciones para terminar con la minería ilegal.

Por otra parte, Lula prometió acelerar el ingreso de Bolivia como miembro pleno del Mercosur. El país andino había firmado su integración durante el gobierno de Evo Morales y su afiliación fue aprobada por Argentina, Uruguay y Paraguay.

Relación entre Brasil y Argentina

Cuando el presidente Alberto Fernández llegó a la Casa Rosada empezó un periodo de tensión en la relación bilateral entre Argentina y Brasil. Ambos mandatarios manifestaron sus diferencias políticas desde la asunción de Fernández -a la que Bolsonaro no asistió- y a lo largo de los últimos tres años.

Los cruces se generaron tras desacuerdos sobre política exterior, económica y la gestión de la pandemia de coronavirus. También hubo fricción en torno al cuestionado encarcelamiento de Lula. Tanto es así que el mandatario argentino lo visitó en prisión luego de que fuera condenado ilegítimamente a días de las elecciones en las que ganó Bolsonaro.

No obstante, el distanciamiento político e ideológico entre los presidentes no impidió avances en el comercio y las negociaciones inversoras. Según aseguró el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, el intercambio comercial aumentó un 60% en 2021

Si bien Brasil sigue siendo el principal socio estratégico y comercial de Argentina, el vínculo cambió con la alternancia del expresidente Mauricio Macri y Bolsonaro. En líneas generales, significó una discontinuación de la alianza política comercial, social, estratégica y de derechos humanos afianzada a partir de las presidencias de Lula y Néstor Kirchner.

Entre 2003 y 2015, el acercamiento entre los países incluyó coordinación para cancelar deuda externa y la creación de nuevos instrumentos de crecimiento dentro del Mercosur. Esa línea fue continuada en las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff.

De esta manera, la relación durante más de una década se caracterizó por la apuesta de ambos países a la industrialización como factor relevante de sus economías. Un enfoque diferente al actual, que se rige por la venta extraregional de productos primarios vinculados al agronegocio y un mayor protagonismo del mercado financiero.

Durante una entrevista en IP Noticias, Lula se refirió a la relación entre los países durante su gestión:

"Construí con la Argentina, sobre todo en tiempos de Néstor Kirchner y después con Cristina, la relación más productiva entre Brasil y Argentina, Brasil y el Mercosur, y Brasil y América del Sur. Fue una cosa extraordinaria. Cuando asumí el gobierno, el flujo de comercio entre Brasil y Argentina era de apenas 7 mil millones de dólares. Diez años después, era de 40 mil millones. Una demostración de un potencial extraordinario".