8M en cifras: los números que deja la desigualdad machista

El Paro Internacional de Mujeres Trabajadoras es una fecha que tiene como objetivo visibilizar a las feminidades como las fuerzas productivas que sostienen al sistema económico mundial, además de demostrar las violencias institucionales y económicas a la que se ven expuestas. Un hecho que se explicita en los porcentajes sobre la falta de representación femenina en espacios laborales típicamente masculinizados, y en contrapartida, los ámbitos de trabajo con mayor porcentaje de personal femenino que indican un índice mayor de informalidad e inclusive se cuestionan como disciplinas laborales.

No es amor, es trabajo no pago

Un ejemplo de esto es la cifra del Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerados, que demuestra que el 75,5% de estas actividades son realizadas por mujeres. Las argentinas le dedican diariamente 96 millones de horas de trabajo a las tareas del hogar, lo que representa un 16% del Producto Bruto Interno (PBI), siendo el sector que mayor aporte genera en la economía nacional, con 4.001.047 de pesos. Aun así, las feminidades no reciben remuneración alguna por todas las tareas de cuidado y domésticas que realizan a diario, a pesar de que destinen 3 horas diarias más a estos trabajos en comparación a los varones, según el INDEC.

Acorde a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2018, el 25% de las mujeres en edad laboral declararon no estar disponibles para el mercado laboral por estar dedicadas al trabajo de cuidado hogareño no remunerado. Hasta 2021, las amas de casa que no cumplían el requisito formal de los 30 años de aportes no tenían posibilidad de jubilarse, hecho que comenzó a cambiar con la reglamentación del Programa Integral de Reconocimiento de Períodos de Servicio por Tareas de Cuidado. 

Rubros masculinizados y exclusión

La Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género también señala la desigualdad en términos de rubros típicamente masculinizados: los sectores de construcción, donde la cantidad de participantes mujeres es de 3% y 4% del total; los servicios de Manejo del Fuego, en el que las bomberas representan el 16% del personal y en el Ejército nacional, en el que la cifra representa menos del 20%

En el ámbito de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés) un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) señaló que 6 de cada 10 mujeres argentinas son estudiantes universitarias y solo el 25% de ese número se dedican a carreras como Ingeniería y Ciencias Aplicadas. Acorde a información relevada por la UNESCO en el 2017, esto también tiene origen con que, a partir de los seis años de edad, nueve de cada diez niñas se les ha enseñado que las carreras STEM están vinculadas con habilidades masculinas.

La falta de mujeres en rubros masculinizados representa un retroceso a la representación igualitaria. La exclusión activa de los espacios de comunicación también ayuda a ralentizar el proceso de deconstrucción institucional: según la investigación publicada en 2018 por Comunicación para la Igualdad, si bien el 64% de las personas que estudian comunicación son mujeres, solo el 30% trabajan para empresas periodísticas y el 24% de ellas están afiliadas a sindicatos de prensa.

Una situación similar reporta el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA): el 55% de las personas recibidas son mujeres, pero solo conforman el 38% de los equipos de trabajo. Cuando lo hacen, generalmente se las asigna a las áreas de arte, vestuario, producción, maquillaje y administración.

Desigualdad, desempleo y pandemia

La pandemia acrecentó los números de la desigualdad: el sector que más empleos perdió fue el de las trabajadoras de casas particulares con un total de 430 mil puestos menos que el año pasado y solo recuperó el 18%. Según el último informe oficial del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el desempleo femenino aumentó al 12,3% durante el primer trimestre del 2020, mientras que el masculino bajó al 8,5%.

Los números son representativos de la violencia de un sistema que funciona a partir de la invisibilización de la segregación por motivos de género. El porcentaje de mujeres que pueden participar libremente en todos los ámbitos es reducido y a menudo se utiliza como filtro para la exclusión de otras identidades. El 8M expone la razón detrás de los números y reclama un cambio radical en los criterios de selección por parte de quienes emplean.